Una pistola en cada mano

Curioso el cine de Cesc Gay, un director de los pocos españoles (miento, creo que el único) que me atraen para acercarme a un cine sin el bombardeo mediático publicitario de un Almodóvar o un Amenábar. Tampoco he visto todas sus pelis, pero haber disfrutado de Krámpack, En la ciudad (mi favorita) o Ficció ya me es suficiente para hacerme una idea las claves de su mundo. Luego, por otro lado, mientras la veía pensaba que no abundan las películas (al menos de cierto éxito) “de hombres” más allá de una guerra (civil, Irak, Vietnam) como existe un cine “de mujeres” y grandes directores especialistas en ellas en la historia del cine. Cine donde los hombres hablan o no hablan. Ni Allen recuerdo haya hecho una película pura “de hombres” en este sentido.

cartel-una-pistola-cada-mano Si a todo esto añadimos que en sus películas es de las pocas ocasiones que se nos permite disfrutar de un actor tan comedido como eficiente como Eduard Fernández, hay razones más que suficiente para sacrificar el último éxito de Hollywood o la última multipremiable anunciada en los medios para acercarse a la única sala donde se proyecta en una ciudad de provincias (milagrosamente).

He de reconocer que estas películas son para mí un poco de estudio antropológico. Ver como se mueven, comportan, relacionan y evolucionan unas parejas heterosexuales no deja de ser interesante. Hay quien dice que las relaciones no son como las refleja en sus películas, pero lo poco que he conocido serviría, en el caso de aparecer en cualquiera de sus obras, para que lo achacasen de exagerado. Así que todo es posible en este mundo, todo depende de cómo esté contado.

Película de episodios, cada escena refleja una situación que se resuelve de forma absolutamente verbal. Mostrando como los hombres hablan o no hablan entre ellos, como se enfrentan a situaciones, y como la vida los ha llevado a sobrevivir “con una pistola en cada mano”, intentando nadar entre dos aguas para a veces no quedarse en ninguna. Tal vez, en algunos casos, podría ser el resultado de la evolución cuarentona de aquellos personajes que se desilusionaban entrando en la treintena hace diez años En la Ciudad.

Lo mejor es que muchas veces se hace cargado de humor. Sutil unas veces y ácido otras, lo cual hace que la película sea ligera para los temas tan profundos que se supone que trata y un guión absolutamente teatral (sería una obra de teatro magnífica con un buen elenco).

Cada uno tendrá su parte favorita, el reparto es impresionante y cada uno tiene su momento, pero a mí el encuentro entre Ricardo Darín y Luis Tosar vale por toda la película, tal vez porque esos dos monstruos de la pantalla producen una sonrisa amarga al ver la situación tan patética a la vez que dramática en la que se ven envueltos.

A estas alturas ya habrán comprobado que disfruté con Una pistola en cada mano, y tal vez no tenga la repercusión de otros éxitos patrios, pero es otro tipo de cine para un público más pendiente de las interacciones humanas del día a día en tu ciudad. Y si encima está bien hecho, mejor que mejor.

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