Cuando estaba en el colegio, a veces tenía que disculparme ante el director del internado por llegar tarde a cenar. Le decía: “lo siento, señor, tenía ensayo con la orquesta”, o cualquier otra disculpa que viniera al caso. En aquellas ocasiones en que no había ninguna excusa válida y teníamos algo que esconder, murmurábamos: “Perdón por llegar tarde señor: los percebes”. El director asentía amablemente, pero no sé si alguna vez llegaría a preguntarse qué misteriosa actividad extraescolar era aquélla. Quizás nos inspirásemos en Darwin,que durante años y años se dedicó a los percebes con tal determinación que sus hijos, un día que fueron a visitar unos amigos y les enseñaron la casa, preguntaron con ingenuo asombro:”Pero ¿dónde hace vuestros padre los percebes?”
Richard Dawkins. El Cuento del Antepasado.Antoni Bosch Editor.2009