Frozen

Fui a ver Frozen animado por los excelentes comentarios sobre su vuelta al espíritu Disney de los años 90 pero renovado. Y claro, lo mejor en ese caso es verla a las 6 de la tarde de un domingo rodeado de niños. Sinceramente, me dejó un sabor agridulce, por lo que he estado a punto de ahorrarme el comentario.

FROZN_014M_G_ENG-GB_70x100.indd Frozen es como esa película con la que Disney quiere cambiar de tercio hacia un nuevo estilo actualizado. Heroínas más activas. Héroes menos salvadores de la princesita. Malos con más matices, y un estilo de dibujo digital sin abandonar del todo el aspecto tradicional.  Buen intento, un paso más después de la anterior Rapunzel, pero que para este servidor se queda en un quiero pero no puedo.

 Los personajes, bien trabados y con más matices, eso sí, tiene un estilo de dibujo que a veces me recuerda a las pelis para video que se realizaban (no sé si se sigue haciendo), dentro del universo Barbie, un poco pensando ya en el marketing de muñequitos y peluches. Pronto nos inundarán los Disney Stores con princesas, muñecos de nieve, renos, etc. El mejor personaje por su complejidad poco habitual en la factoría de dibujos es el de la princesa Esla, la reina de las nieves.

 Película irregular, después de un prólogo un tanto precipitado, sigue un comienzo que despertó mis alarmas ante un espectáculo de lo más insoportablemente edulcorado que recuerdo, y ya indicaba lo peor del show: las canciones. Melosas, cortando el ritmo y el desarrollo de la historia, tienen la peor pinta de baladas para un concurso de La Voz o el antiguo OT. Sin ellas todo hubiera sido mucho mejor. Sólo algún momento divertido como Olaf que quiere conocer el verano, en su canción “in summer” rompe la tónica de merengue Disney. Si encima tienes que tragártelas en las horribles traducciones en castellano, peor que peor.

 Pero todo no es malo. Los niños se divertían. Tiene muy buenos momentos, sobre todo los cómicos o los referidos a la Reina de las Nieves. Personajes como Elsa, el montañés Kristoff, y Olaf, que a pesar de rozar lo repelente se convierte en el necesario contrapunto cómico, mantienen el interés por la cinta, y desde luego constituye un buen punto de inflexión para futuras producciones de la factoría que tantos sueños animados nos ha hecho realidad. Y seré un carroza irremediable, pero sigo prefiriendo el arte del dibujo tradicional a estos quiero pero no puedo digitales. Ya sólo nos queda la próxima de Miyazaki para disfrutar del arte del dibujo, aunque sea apoyado por la técnica. Por cierto, los momentos más divertidos están ya en el trailer, que manía de fastidiarnos la hora y media en la sala. Pues eso: Yes, but not.

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3 respuestas a Frozen

  1. discretoso dijo:

    Con tanta princesa aguerrida, intrépida y activa a Disney solo le queda lanzarse a la piscina y hacer una lesbiana. ¿Se atreverá? Y ya puestos, ¿para cuándo una «El Vello y el Bestia»?

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